una niña de la montaña;
en la que se sentía sola,
se sentía extraña.
Había nacido diferente a las demás;
en vez de escalar piedras
ella quería nadar.
Pero en el monte no había agua
y entre piedra y piedra
ella se ahogaba.
El viento de la montaña
raspaba su piel
pero cuando intentaba alejarse
no se lo permitían sus pies.
Había una vez una niña
que nació siendo muy rara;
y en su rareza
le costó ver de forma clara
que hay enfermedades en la vida
que no se notan en la cara.
Entre montaña y montaña
se sintió siempre encerrada;
estaba tremendamente entristecida
pero decidió que a su alma
morir no dejaría.
El dolor del aire seco
recorría sus entrañas;
aguantar más, no podía
y ya dudaba si resistiría.
Cuando creía que todo acababa
un ángel blanco la visitó,
no llores mi niña
le dijo en susurros,
observa tus lágrimas
y lo que han formado a tu alrededor.
La niña de pronto
giró su mirada;
cuál fue su sorpresa
con lo que vino a encontrar,
pues entre montañas
aún se encontraba
pero con sus lágrimas
había creado,
lo que hoy conocéis como el mar.
CLMS
28-1-2021
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