¿Por qué tienes tanto miedo?
Se preguntaba mientras sus pies caminaban con fuerza.
¿A qué le estás temiendo?
Era la eterna pregunta para la que nunca hallaba respuesta.
Esa sensación que no se puede tocar
se esconde dentro de ti
y de la vulnerable humanidad,
se queda y, a veces, no se va.
El pecho se encoge en tan solo un segundo,
las piernas empiezan a temblar,
la estabilidad se vuelve un zumbido
y sin pensar en nada la vida se va.
Las manos se aferran al futuro
que incierto está por llegar,
los pies se estancan en el pasado
que te recuerda lo que es temblar de verdad.
El pecho se convierte en el hipocentro
de un sismo que se extiende sin preguntar,
y todo tu cuerpo se estremece,
esperando encontrar algo a lo que poderse aferrar.
La luz se debilita a tu alrededor
y en la nuca sientes un suspiro
pero no miras atrás;
ahora corres hacia delante en plena oscuridad.
El foco sísmico empieza a tomar fuerza
y entonces el epicentro en tu pecho se rompe,
dejando a la vista las heridas
que debilitaron siempre tu nombre.
CLMS
29-05-2021