en absoluto silencio
y con los ojos abiertos
para poder ver por dónde pasar.
La tristeza nos destrozaba
pero intentamos acompañarla
hasta el mismo momento
en el que,
por muy tremendo
que para todos fuese,
marcharse decidiese.
Nos inundaron las lágrimas,
y con los ojos cerrados
decidimos no mirar,
para no ver,
para no sentir,
para poder olvidar
el camino por el que tenía que pasar.
Imaginábamos oscuridad,
y rezábamos por ella
hasta no poder más.
¡Qué Dios te acoja en su seno!
Decíamos sin pensar
que hay caminos de ida
por los que se puede regresar.
Y ahora,
que te tengo delante
no sé qué pensar.
¿Eres tú la que has vuelto
o he ido yo detrás?
31-10-2021