aquella niña perdida
arrugaba la frente
sin rechistar.
Caminaba impaciente,
con lágrimas escondidas
y sin un sitio fijo
al que poder llegar.
Explotaban las bombas
tras sus pasos heridos,
con su muñeca en las manos
a la que siempre cuidar.
Piel canela
con ropas rasgadas,
sigue caminando
hasta no poder más.
Ensordece tus sentidos
y no agaches la mirada,
pues si alguien merece un nuevo camino
eres tú, aunque estés cansada.
Pero pasada la noche
la luna se agranda,
para acunar a una niña
que cae, en silencio, agotada.
CLMS
5-10-2021
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