Cuando lloras en el mar,
no puedes distinguir el sabor de tus lágrimas,
no puedes sentirlas en tu cara.
Cuando lloras sin llorar sucede lo mismo,
no puedes distinguir a qué saben,
y tampoco las sientes deslizarse,
por ninguna parte.
Hay decisiones que hay que tomarlas
llorando en el mar,
y otras que hay que hacerlas con el mismo silencio y en la misma intimidad.
Pero si necesitas llorar, llora,
ya sea por dentro
o entre ola y ola.
CLMS
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